jueves, 15 de noviembre de 2018

REQUIEM POR LOS NUÑEZ DEL CONDE DE LA MAZA


El Sr. Conde de la Maza acaba de anunciar que ha enviado su ganadería completa al matadero. Una ganadería que había creado su bisabuelo, un hombre de negocios que tras hacer fortuna en América vino a España y en Sevilla creó una ganadería. Fue el padre del actual propietario el que durante más de seis décadas creó una vacada que llegó a alcanzar cotas muy estimables en su larga historia.

En el cortijo de Los Arenales en Morón de la Frontera se han seleccionado durante largos años, los "nuñez" del aristócrata, de la línea villamarta, predominante sobre la línea de Rincón. Sobre esta base creció la fama de esta ganadería. Toros muy serios, astifinísimos y de imponente y encastado comportamiento. Muchas veces geniudos y duros. Pero había que pasar la raya con ellos muchas veces para poderlos. Otras veces salían toros bravos de bandera a los que había que aguantar embestidas de un tranco mas haciendo honor a su pureza "nuñez". La mirada de estos toros unido a las dagas que solían lucir hacían de los condesos toros muy ofensivos que inspiraban temor. Buenos peleadores en el caballo. Y también repartidores de cornadas a la mínima equivocación.




Hace décadas que los toreros les habían vuelto la cara. Un novillo de esta ganadería acabó con la vida de Ramón Soto Vargas en un par de banderillas en la Maestranza en 1992. No sabemos si este hecho influyó en la marginación progresiva del hierro. Espartaco realizó en Salamanca en los ochenta una portentosa faena a un sobrero terrorífico al que cortó las dos orejas en una de las faenas de su carrera. Muchos toros bravos y célebres en la Maestranza donde representó muchos abriles al marginado torismo en aquella plaza.
Poco a poco fue arrinconada y Francia fue refugio de esta ganadería. Y algunos reductos aislados gustosos del toro encastado y duro. Este año presencié la que a la postre ha sido la última corrida del Conde de la Maza de la historia. El 15 de Agosto en Cenicientos. Una pavorosa corrida cinqueña, grande, muy ofensiva e interesante. Nada fácil de torear. De esas corridas donde no se comen muchas pipas y con una emoción inhabitual en los tiempos actuales. Estos toros pedían el carnet a los que estaban delante. Se palpaba entre los de oro y los de plata el miedo y la cautela en cada lance de la lidia. Los picadores se empleaban a modo para bajar los humos a semejantes galafates. Aquella tarde de Cenicientos les zurraron a conciencia. Y los toreros hicieron lo que pudieron. Alguno las pasó canutas. Y sonaron broncas como las de antaño.

Y es que hoy día ya casi no salen toros que impongan tanto. Los toreros ni quieren ni pueden con ellos. Así el futuro es negro para los ganaderos que se niegan a plegarse al monoencaste y el toro manejable.
En los Arenales no se afeitaba. No se dulcificaba nada. No se pensaba en el torero. No se cruzó con Domecq. Y llegó la marginación, el olvido y el horizonte negro.
Se ha cerrado el chiringuito tras mucho aguantar y dudar. Se acabó. Ni vender. Ejecución industrial.
Cada uno en su casa hace lo que quiere y los herederos de Poli de la Maza han echado el cierre definitivo e irreversible. Imagino lo duro de la decisión para los dueños. Pero de romanticismo o brillantes pretéritos no se vive. Y la realidad es una losa.
Se ha perdido otro hierro histórico. Ya van muchos. "Guardiolas", "atanasios", "coquillas", "urcolas"....
Un patrimonio genético de siglos y décadas de selección y trabajo entusiasta acabaron en la frialdad de un gélido matadero. Y las que quedan. No hay ecologistas llorando por esto. Y mucho menos taurinos o profesionales. Mucha culpa tienen de esta defunción.
Hoy lamentamos la desaparición de los toros del Conde de la Maza. No sirve de nada lamentar o protestar. Se veía venir. La asfixia del mercado es insoportable. Ya solo nos queda la historia y el recuerdo.
 

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