Y se cumplió el presagio. Los tres primeros de Pallarés mal presentados y descastados aburrieron a la terna y al tercio escaso de plaza que aguantaba el frio en los tendidos entre bostezos y escalofríos.
La corrida empezó en el cuarto toro. Ya por la mañana en los corrales la habían liado los toros de Huelva dando cornadas a los ilustrados cabestros de Florito y corneando puertas entre resoplidos y arrancadas pavorosas.
Cuando salió al ruedo un cuadri negro y con dos abiertos puñales. Esaú Fernández no se dio coba ante un toro bravo y encastado en el caballo que empujó con los riñones con una fuerza descomunal y que se puso agrio con la muleta tirando hachazos y sin terminar de pasar. Le habían masacrado en la paletilla y los charcos de sangre empapaban el infame ruedo-playa que han dejado los señoritos de las carpas. El ventarrón desagradable no ayudaba a que el sevillano se confiara. Era una papeleta estar ahí. Y Esaú pensó que quería cenar en el hotel. Otra tarde en blanco de un torero poco apreciado en esta plaza.
Adrián de Torres ya había dejado algún muletazo de buen corte por ambas manos en el toreable y flojo segundo. Un desastre con la espada dejó todo en silencio. Pero el quinto; otro toraco ofensivo, bravo en el jaco que derribó con gran poder le dejó componer un manojo de vistosas verónicas. La plaza jaleaba cualquier cosa en una tarde en la que no se había visto nada de toreo. Con la muleta el toro onubense se puso a pegar taponazos y aviesos hachazos por encima del palillo. Ya en banderillas hizo pasar un quinario a los peones que sudaron miedo para poner cuatro palos en numerosas pasadas de olor a cera. El toro desarrolló sentido con semejante lidia infame. Y el de Linares se puso allí con más inconsciencia que conocimiento. Con mas valor que técnica. Y empezaron los taponazos, las puñaladas y los frenazos del toro que buscaba con saña echárselo a los lomos. Al final lo cazó en una colada criminal y le perdonó en el suelo porque ya andaba desangrado de la paliza del caballo.
La faena fue un intento de tal. Se ponía como para torear a uno bueno y en el embroque tenía que sortear las cornadas . Una porfía entregada de alguien que quiere ser torero. Pero con poca inteligencia, ningún sentido de la lidia y escasa técnica para tanto arroz. Y se fue a por la espada. Silencio en la plaza al perfilarse. Esperaba al acecho el toro. Se mascaba algo trágico al tener que sortear un estilete largo y afilado. Y de Torres que no sabe matar, le colocó un estoconazo en toda la yema entrando recto y a morir. Una soberbia estocada. Y rodó el cuadri como una pelota a sus pies.
Se pidió una oreja que el presidente concedió a regañadientes cuando el toro ya estaba enganchado a las mulas. Oreja por estocada. Algo que antaño se hacía y que se había perdido en esta plaza. Ayer se recuperó esa costumbre. En la espada está la gloria y por la espada que no entra, te puedes ir a casa.
Emocionado iba Adrián con su oreja. Su valentía y su esfuerzo se premió. Le queda mucho. Sabe poco y no es de pensar mucho delante de los toros. Bragueta si. Hay que verle más.
Y el tercer Celestino que hizo de sexto propició un gran espectáculo en el tercio de varas. Se arrancó como una fiera, recto, veloz y con gran bravura al caballo que montaba Jose Manuel Sanguesa. El piquero lo recibió perfecto y colocando una vara superior de colocación y medida de castigo. Un puyazo de poder a poder. En el tercero se repitió el bello galope y la exhibición de monta y profesionalidad de un gran picador. La plaza se puso de pie rendida al del castoreño y admirado con un señor toro bravo. Luego en la muleta de Gómez del Pilar se quedó esperando mas decisión y y con viaje mas corto. Del pilar no fue el de otras tardes. Ya caía la tarde fria y ventosa y la gente aterida estaba deseando meterse bajo techo.
La casta brava de una ganadería que a dia de hoy parece jurásica entre tanto toro previsible y moderno fue lo que levantó la admiración la emoción y el interés del aficionado. Los toreros a pasar miedo. Cuadri volvió a exhibir bravura y raza en Las Ventas. Y gracias a sus TOROS hubo corrida a partir del cuarto.
Larga vida a la grandiosa ganadería de Hijos de Don Celestino Cuadri.
Con alguna excepción, los toros , los toros, no entendieron a los toreros.
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