Morante de la Puebla en dos tardes en Sevilla en este inicio del mes de Mayo ha puesto en evidencia lo mal que se torea hoy en día.
Con algunas excepciones en la actualidad se prodiga el destoreo, la ventaja, el pico y el desahogo en casi el 90 % del escalafón. Una ristra de toreros acabados que repiten actuaciones en cada feria y en cualquier pueblo de mala muerte. El montaje mafioso de este sistema caduco y corrupto nos priva de valores nuevos y nos martiriza con carteles que eran "novedad" hace un cuarto de siglo.
Morante de la Puebla arrastra problemas mentales desde la juventud y el año pasado tuvo que parar a mitad de temporada. Tenia el cerebro quemado y el invierno ha sido para él un quinario de medicaciones, electroshocks y duros tratamientos psiquiátricos. Casi nadie apostaba por un regreso y menos tan tempranero después de semejante sufrimiento.
Y en dos tardes en Sevilla ha acabado con el cuadro. Ha borrado a todo el escalafón poniendo de manifiesto las desvergüenzas toreras de muchos. No es que haya toreado como se debe de torear si no que ha desplegado arte , técnica y valor. Su personalidad y su concienzudo estudio de suertes y lances enterrados en el el tiempo son el aire fresco que nos reconcilia con esta fiesta aburrida y previsible. Su recibo capotero el día 1 de Mayo a una mano con recortes incluidos no se había visto jamás. Una improvisación genial. Una sorpresa mágica. Después con la muleta sujetó a un toro díscolo y nada fácil con inteligencia y conocimiento. Una exhibición de maestría y buen gusto.
La colocación del cuerpo y los engaños son pura escultura. Hay pureza y verdad en cites, embroques y finales. Se los pasa muy cerca y carga la suerte pero además toreando. Conduciendo y llevando las embestidas.
Como siempre acompañando con el cuerpo. Toreando con todo. Hay momentos de fusión entre toro y torero en una sola cosa. La estética de Morante es inimitable y es preciosa. Hay solidez y belleza. Hay verdad y valor auténtico. Y su técnica es colosal. Alturas, toques y distancias. Los pies siempre atalonados. Los pasos que se pierden y los que no.
Y además con la espada que tantas tardes se ha dejado triunfos en el camino ha sido una exhibición. El toro de Domingo Hernández le esperó con la cabeza alta. Y se tiró en corto y por derecho para matarlo de una, saliendo golpeado en pecho. Una estocada de entrega y sabiduría. Cuando quiere es el mejor también en la suerte suprema. Y cuando le da por coger los palos vemos a Manolo Bienvenida o a El Vito.En la tarde de los sevillanos del pellizco quedó claro que los aspirantes lo seguirán siendo. Ortega con su cursilería intermitente es eso. Un estilista sin mucho fondo que no sea el del espejo y la postura. Aguado un dibujante de pases bonitos sueltos. Nada que heredar. No hay sucesión que valga. Los sucesores son una impostura inventada.
Y ayer con los Manzanares y Talavante quedó al descubierto que no torean ya ni al viento. La plaza de Sevilla sigue en un declive sin fondo. Jalearon y gritaron de euforia ante los trapazos de Talavante y ante el destoreo de José Mari. Después de las lecciones de José Antonio.
El toreo rotundo lo hizo Morante en sus dos toros. Por colocación, ejecución, ajuste, torería y técnica. Así estaba su taleguilla de rebozarse las barrigas de su lote en unos derechazos excelsos y ceñidos.
No sabemos lo que durará Morante camino de los treinta años de doctorado. Su cabeza es un poema y solo él sabe lo que ha sufrido por vestirse de luces. Pero cuando se vaya nos vamos a acordar mucho de su tauromaquia.
A día de hoy es el torero que mejor torea y el que mas veces lo ha demostrado. Muchas veces nos birló la cartera. Y otras muchas no le dio la gana. Pero cuando se encela y sale su raza torera; barre a todos. Y pone el culo al aire a esos coñazos de pega pases que van de figuras machacando tarde a tarde al respetable con sus horrendas trampas.
Lo del toro es otro asunto. Morante no es excepción. Matan lo que matan. Las bolitas, los afeitados y la docilidad de esas ganaderías son la norma. Para Morante también. Pero con eso marca la diferencia. Y cuando en 2022 apostó por otros encastes también sacó todo su arte genial y su poderío. Los demás no lo hicieron. Morante se redimió con la tauromaquia con aquella temporada histórica donde mató casi de todo. El resto se escondió.
Dios le dé salud a este genial torero de época para que podamos seguir admirando el arte de torear. Morante de la Puebla ya es historia viva del toreo. Larga vida y que luz disipe sus tinieblas mentales para siempre. Que así sea...