Hacia tiempo que muchos no sabían de Domingo López Chaves. Perdido en escasos contratos por pueblos franceses del toro grande y plaza pequeña. Pero otros sabíamos que no solo no se había retirado sino que seguía tentando por todo Salamanca y que era y es solicitado para dirigir las lidias de las corridas concurso de los hierros mas duros.
Su carrera tuvo hace años un momento importante estando en todas las ferias en las duras. Pero una espada que nunca funcionó le apartó del circuito. Pinchaba toros que cuajaba en los días clave. Y aquello le mandó a casa unido al desgaste lógico de matar alimañas cada día y la necesidad de triunfar.
Vinieron años de ostracismo y su nombre cayó en el olvido. Alguna corrida y festivales pueblerinos eran sus únicas bazas para actuar en público. La madurez de los veinte años de alternativa, el oficio bien aprendido y una gran afición le han granjeado una fama como gran torero para los tentaderos. Le llaman todos los ganaderos de Salamanca para tentar sus vacas. Y allí se entrena y depura sus formas clásicas y poderosas. Con gran sentido del temple, la colocación y las distancias. Un secreto a voces.
Francia, como siempre, le había dado cancha y aquí casi nada. Admirado y reconocido en las Galias.
Ayer volvia a San Isidro después de varios años sin hacer el paseíllo en la feria. Esta temporada ya se había mostrado a alto nivel en plazas de máxima exigencia como Zaragoza y Vic Fezensac. Lidiando con éxito y triunfo en sendas corridas concurso.
Al quinto le enjaretó dos series de naturales despaciosas y con gusto. Toreo muy vertical e incluso con desmayo. Conduciendo las embestidas con templanza y longitud. Pinchó una oreja a este por un inoportuno resbalón del toro en el momento de la reunión. Al otro lo había parado con gran torería con el capote saliéndose a los medios con gran poderío y después lo exprimió matándolo con rectitud.
No fue una tarde de orejas. No hizo falta. Fue una tarde muy completa y torera del ledesmino que descubrió a muchos el poso de un torero maduro y en plenitud. Madrid lo reconoció y le tributó dos unánimes y cerradas ovaciones. Una tarde rotunda y entregada que tiene que servirle para volver a Las Ventas y abrirle puertas a otros cosos.
Los años de banquillo han hecho su trabajo. Domingo no ha abandonado ni su preparación física ni su toreo. Unos pocos contratos han servido para mantener su ilusión y sus sueños. Y por fin una plaza grande le ha dado una oportunidad y le ha visto.
Ha sido sin duda una de las actuaciones más sobresalientes de toda la feria. Algunos sabíamos en qué momento está el torero. El traje de luces es muy transparente dicen. Pues a Chaves se le ve con apabullante seguridad, felicidad y claridad mental. Unido todo a dos décadas de oficio bien aprendido, trabajo campero extenso y un temple afinado con el tiempo. Sobria firmeza castellana.
Pues si le vuelven a poner vayan a verlo porque este es el momento de Domingo Lopez Chaves; un gran torero de Salamanca.
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