La tarde de Baltasar Ibán se esperaba con expectación. La fama de casta y bravura de esta legendaria ganadería y la presencia de Román, que sustituía a De Justo, eran alicientes para que la tarde no cayera en el olvido.
La corrida resultó peligrosa, durísima y pavorosa. Imponente el trapio y los pitones que lucieron. Encastada, emocionante por la sensación de riesgo constante. De otros tiempos. De otro siglo. Muy castigada en el caballo y áspera para la lidia y el banderillear. Muy difícil de estar delante por sus arreones, parones y cabezazos.
Abría cartel Curro Díaz. Cortó una oreja al cuarto que tuvo un pitón derecho bueno y se desmayó en unos derechazos marca de la casa. Remates por bajo y los de pecho tuvieron sabor. Una estocada buena le puso la oreja en la mano. El toro fue el más noble y toreable de la tarde junto con el segundo. Antes se las vió con un sobrero de Montealto en primer lugar al que aguantó sobre la zurda tarascadas violentas. Faena seria y de valor seco. En sexto lugar se hizo cargo del segundo de Román y volvió a trazar naturales cortos por la embestida cambiante y frenada del toro. Mucha dignidad, torería y valor. Una tarde muy seria de Curro que revalorizó su categoría en un conjunto de compromiso y entrega.
Román Collado se encontró a Santanero I como primer oponente. Un toro castaño cinqueño viejo, montado y con dos cuchillos afilados. Áspero, que echaba la cara arriba en tarascadas violentas. Sin humillar y sin terminar de pasar. Una violencia fiera. Daba pavor desde que salió por sus arreones. Derribó con poder y las cuadrillas entraron en pánico. Casi imposible de banderillear. El presidente Gonzalo Villa "alias Hitler" se empeñó en hacer entrar a El Sirio a sabiendas que el toro esperaba engallado para hacer presa. Las pasadas en falso anteriores no despertaron la sensibilidad de este mal presidente. Además el toro ya tuvo cuatro palos en el lomo pero con los cabezazos se los desprendió y no tenia los cuatro que dice la norma. Y ese Sirio se fue con una vergüenza torera digna de un héroe a poner los dos palos como fuera. Y le derribó Santanero para después intentar asesinarle con una saña criminal. Un milagro que solo le partiera la chaquetilla. Y una cacicada más de este impresentable palco. El Sirio volvió a nacer.
Román sabía lo que tenia. A este había que pegarle duro. A este si. Pero pidió el cambio de tercio pronto. El toro tenia todo el poder y al mismo diablo dentro.
Un asesino en serie. En banderillas se avisó aun más. Y Román salió a jugársela. Quería rematar su gran feria. Había venido a eso. Los doblones de inicio ahormaron un poco al Ibán. Pero el valenciano se puso de verdad, de frente buscándole con la muleta en la cara y en los terrenos de la muerte. Y le hizo embestir a base de tragar a cada pase y exponer la vida descarnadamente. Series con la mano derecha de gran mérito, de hombría y valor heroico. Se sintió podido el toro y se rajó. Lo había acojonado. Siguió por la izquierda buscando la oreja como fuera. El toro frenado y podido se agarró al piso y se paró esperando a la suerte suprema con el cargador lleno. Quedaba la espada y había que pasar la guadaña y al demonio en forma de toro. Y Roman se tiró por derecho y sin alivio. Y en la suerte contraria le cazó en un certero taponazo hundiendo el enorme pitón en el muslo. Zarandeado y girado con el asta desgarrándole y sin soltarle. Interminables segundos. Una tragedia. Un cornalón. Román se tapaba el boquete con sus dos puños. Un surtidor de sangre. Pánico en los tendidos. Gravísima herida. Los tendidos acongojados de drama y miedo. La muerte sobrevolando... El toro dobló por la gran estocada con la guadaña ensangrentaba hasta la cepa. Regueros de torero macho quedaron en la arena y el callejón. Y la admiración por tan impresionante faena. Una faena de figura del toreo. Recogió la oreja la cuadrilla que también había pasado lo suyo.
La faena mas importante de esta feria y de muchas. La entrega de un hombre por querer ser.. .Jugarse la vida a cada pase con un sonrisa en la cara. Apostarlo todo por un sueño. Eso hizo ayer Roman en Las Ventas. Dar todo lo demás a cambio. La sangre, la pierna y casi la vida. Eso es propio de los Héroes. Y frente a una fiera jurásica, que venía a matar al que fuera.
La grandeza de ser torero es lo que ayer hizo Román en Madrid. Y su consagración con su sangre generosamente derramada. El Espíritu Santo evitó que la cornada fuera mortal. Tal vez en otra plaza...pudiera haber terminado en cuervo negro y ataúd. Estábamos en Madrid gracias a Dios.
Deseamos una total recuperación a tan enorme torerazo que ayer dio una lección de grandeza para la historia. ENORME ROMAN COLLADO !!
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