lunes, 20 de enero de 2025

EL TOREO DE MADRID; CLASICISMO Y EMPAQUE.

 El toreo de Madrid. Una escuela de toreo que no es castellana ni sevillana. Tiene un sello distinto.

Madrid es la región de España que más toros celebra al año entre festejos mayores, menores y populares con un extenso campo bravo de mucha tradición ganadera y que cuenta con la catedral del toreo, la Monumental de Las Ventas. Tierra ganadera con una cultura muy arraigada en cada pueblo. Tradición y afición. Y como no, Madrid es cuna de muchos toreros de oro y de plata.

Encarando el centenario de su inauguración por esta plaza monumental han pasado todos los grandes toreros del siglo XX y XXI. Y de los barrios de la capital y de sus alrededores surgieron muchos toreros importantes.

Una cosa es ser torero de Madrid y otra torear bajo los cánones de la "escuela madrileña". Muchos coletas fueron acogidos y consentidos de Madrid sin ser de aquí. Muchos toreros sevillanos a los que no hacían ni caso en su casa fueron descubiertos y encumbrados en Las Ventas. Casos como Manolo Vazquez, Fernando Cepeda, Luis De Pauloba, Manolo Cortés o mas recientemente Pablo Aguado o Juan Ortega que resucitaron lejos de Hispalis y ahora allí alardean de sus toreros de escuela sevillana a los que no habían olvidado en el ostracismo. Muchos toreros como Curro Vázquez fueron durante décadas apadrinados por la afición mas exigente pero que con gran sensibilidad sabían ensalzar a los intérpretes del toreo clásico y puro.

La escuela de toreo madrileño se caracteriza por el clasicismo y el empaque en las formas. Un toreo que busca la pureza y la ortodoxia canónica. Un toreo homogéneo con una construcción un nudo y un desenlace en el faenar. Llevar toreado al toro. Presentar los trastos planos y adelante. Traerse a los toros embarcados y llevarlos. Todo interpretado con torería y  para rematar siempre dejar detalles de gusto y elegancia pero sin abusar. Ese toreo elegante ha sido denominador común de los toreros de Madrid pero con un contenido de fondo de torear y llevar mandadas las embestidas.

Muchos ejemplos podemos citar de grandes toreros que ejecutaron esa escuela. Antoñete ,Tinín, Luis Segura, Julio Aparicio padre, Ángel Teruel, El Yiyo, Joselito, Uceda Leal, Curro Vázquez, José Tomás, Rincón y otros muchos nos mostraron ese toreo clásico y de empaque. Con mas o menos personalidad siempre el toreo tenia un sentido. Ceñirse al toreo clásico y hasta algo barroco ha sido una constante. E imprimir al toreo variedad de suertes y lances buscando siempre el repertorio dentro de lo clásico. 

La escuela taurina de Madrid fue capaz de sacar grandes figuras del toreo y toreros con sello de escuela. Se inculcaron unos valores a la persona y después una torería muy madrileña. Las entradas y salidas en las suertes. El respeto, la disciplina, la torería, la seriedad formal, el conocimiento de las suertes...Los andares en la plaza y en la calle siempre distinguieron a los matadores de Madrid. Como" decía Antoñete hay que estar en torero hasta en la barra de un bar tomando una caña".

El casticismo que tanto se ha perdido fue santo y seña de identidad de estos toreros. Sello inconfundible de una forma de ser, de estar y de torear. La cultura de las calles de Madrid, las tabernas y sus tertulias taurinas. Los torerillos hablando con los viejos maestros. Así se transmitían los valores y las enseñanzas a los aspirantes a hacerse hombres y toreros.

Se ha escrito mucho acerca de la escuela sevillana. Del pellizco, del duende, de la orfebrería del toreo sevillano. También del toreo castellano, mas sobrio, dominador y seco. Pero lo cierto es que Madrid también cuenta con una seña identidad en cuanto al estilo de sus toreros. No hacia falta nacer en Madrid para ser un exponente de una escuela con sello de elegante ortodoxia clásica. Madrid siempre marcó a sus toreros con el casticismo de sus gentes y aficionados. Aquí también hay arte y gracia. Y además es tierra de toreros grandiosos que dieron gloria al toreo en todas las épocas.

La plaza de Carabanchel  "La Chata", hoy Vistalegre fue un hervidero de maletillas mocosos que venían de todas partes a cientos; a las oportunidades que en los años 60 y 70 se daban a los novilleros. De allí surgieron grandes figuras en un tiempo de fervor taurino en la capital.

Aunque ya Madrid no lo conoce ni la madre que lo parió porque sus gentes y sus mezclas foráneas han matado mucho costumbrismo castizo. Ya no quedan tertulias, hoteles o cafés donde se respiraba el toreo y sus cantares. Algún reducto queda. Lejos quedan los bares de la movida de los ochenta donde los jóvenes bebían copas al son del rock después de ver a Antoñete en su década milagrosa. Chicote, los cafés de la calle Sevilla, la calle de la Victoria con las taquillas oficiales o el hotel Reina Victoria. Los vermuts en Viñapé o en la Alemana. Ese pulular de apoderados y taurinos por la plaza de Santa Ana. Aquella Casa de Campo llena de maletillas que toreaban de salón soñando llegar a ser alguien en el toro. Que poco queda de ese Madrid tan taurino, tan castizo y tan español.

Perduran los toreros que llevaron a Madrid por bandera y su clasicismo elegante de "gato. La Monumental fue escenario de los  grandes intérpretes de todas las escuelas del arte de torear. Los recuerdos de una época dorada.

De Madrid al cielo. Adiós Madrid!

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