El extremeño no ha tenido su mejor temporada. Después de su gran año de 2019 con dos puertas grandes en Las Ventas, en este 2021 no ha rayado a la altura esperada. Torero muy veterano con más de 40 cornás en su piel y muchos años de guerra a sus espaldas acusa un cansancio palpable.
Pero de ahí a ningunear a este torero tan grande va un mundo. Los listillos dicen que es horrible, que hace payasadas y que es insoportable. Los logros de Ferrera son enormes. Torero poderoso, de gran valor y mucha imaginación. Su problema ha sido sus varias formas de torear dentro de una misma lidia. Y es que el extremeño tiene la cabeza un poco alocada. Sus saltos de madrugada y desnudo al rio Guadiana de Badajoz son ya un clásico. Dicen que anda el corazón partío por dos hembras que lo tienen mochales. Quien sabe, chismorreos o fantasíasEste año con mas de treinta corridas no ha debido de ver mucha plata al final del año. Le apoderaba Simón Casas. El apoderado que desplumaba a los toreros. Ese que debe dinero a todo el mundo. Al que han echado de todos los sitios donde ha sido empresario. El mismo que te pone a torear gratis porque no ves un duro cuando llegan las liquidaciones. El famoso productor de ruina y farsa. La alternativa es Cristina Sánchez. Sin experiencia ni fuerza. Otra oportunista que se ha colocado donde puede para vivir de algo. Su paso por la tele no ha dejado muchos fans. No parece que vaya a ser lo que necesitaría Ferrera. Ya veremos.
Es seguro que a Ferrera le queden pocos años en la profesión. Lo ha conseguido casi todo. Y ha demostrado que es un maestro del toreo. Excéntrico o no, sus gestas durante años con todo tipo de encastes y en plazas de primera han demostrado una capacidad y una fuerza de voluntad admirables. Poderoso, valiente y con una técnica amplísima. Dominador de todas las suertes. Sus innovaciones recientes con quites estrambóticos o su forma de entrar a matar desde veinte metros han dividido las opiniones pero no han dejado indiferente. Cuando se deja llevar por su concepto clásico gusta a los ortodoxos. Cuando improvisa; sorprende al público. Su sentido del espectáculo y puesta en escena es sin duda diferente. Pero quizá por eso los puristas le desprecian y se mofan de sus "chaladuras".Su encerrona de Madrid con seis adolfos en otoño fueron un fracaso sin paliativos. Intentó tapar su mala tarde con el numerito de pedir sobreros y hacer gestos al público para mendigar una oreja. Por ahí Ferrera no llegará muy lejos. Montar teatros y torear al público no es el camino.
Su carrera necesita cerrarse con la seriedad propia de una larga trayectoria y de gran mérito. Es y ha sido un gran torero. Pero debe ordenar su cabeza, tan perdida a veces para centrar lo que quiere hacer en el ruedo. El sentimiento siempre ha presidido su tauromaquia. Y muchas veces han brotado cosas brillantes y deslumbrantes. Pero otras tardes ha rozado el patetismo.
El año próximo sabremos hacia donde va Ferrera. Con la nueva e inédita apoderada todo es una incógnita. El público está dividido y algunos afilan el hacha para acabar con él.
Ferrera merece el mayor de los respetos por su entrega sin límites y merece despedir su carrera con grandeza acorde a su categoría y a su impresionante vida taurina de más de dos décadas. Tal vez veamos al Ferrera reposado y desmayado o tal vez hará el paseillo con un loro sobre la hombrera...
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