miércoles, 6 de noviembre de 2019

GONZALO CABALLERO: SANGRE DERRAMADA.


Después de casi un mes ingresado por una terrible cornada en Madrid; Gonzalo
Caballero ha salido hoy del hospital. Percance gravísimo que cerca estuvo de costarle la vida. Los médicos Padros y Gandarias han hecho un trabajo excelente para salvarle la vida y acelerar este alta hospitalaria. Queda un largo camino de recuperación de las muchas zonas afectadas por tan descomunal herida.
El joven torero madrileño ha ofrecido una rueda de prensa emotiva contando su amarga experiencia y mostrando sus enormes deseos por volver a torear. Ha afirmado que "en unos años la gente pagará la reventa por verle". No cabe duda que Caballero tiene un valor inmenso, casi inhumano y una obsesión patológica por ser figura del toreo. Su corta trayectoria ha estado plagada de muchas cornadas muy graves. Cientos de porrazos y golpetazos. Y a cambio muy poca gloria y escaso interés empresarial. Y unos pocos contratos para tanta sangre derramada.

Esto da que pensar. Primero que es capaz de levantarse después de gigantescos tabacazos y volverse a poner delante de afilados pitones con admirable impavidez. Algo al alcance de muy pocos. Su valor está demostrado para los restos.
Pero también invita a pensar que un torero que en seis tardes en Madrid ha pasado seis veces al quirófano gravemente agujereado no está haciendo algo correctamente. En el toreo es indispensable la técnica y el conocimiento para torear. El valor no se puede malgastar sin la técnica. Esa que hace que los toros embistan mejor, que reduzcan sus defectos y agiganten sus virtudes. Sin eso lo más probable es que acabes volando. Si eres bruto con el bruto pierdes siempre. A cojones siempre ganará el toro. Por otro lado está la inteligencia y la audacia para saber qué hacer en el momento lo apropiado con los toros. Los terrenos, las distancias, las alturas, los toques, la colocación son la base estructural de una buena lidia y sobre todo el conocimiento. Caballero es joven y aun puede conseguir sus sueños. Con sangre; ha pagado con creces. Pero eso el toro no lo sabe. Para imponerse y triunfar hay que pensar y conocer. Y torear. Y matar en el sitio. Y sin ser corneado. El secreto es evitar que el toro te hiera y al mismo tiempo torearle y crear una obra de arte, de sentimiento o emoción. Eso es torear. Y de siempre se dijo que este duro oficio es para inteligentes y no para temerarios.

Me consta que Gonzalo está rodeado de muchos amigos toreros de larga experiencia, otros no tanta. Asesores no le faltan para enderezar sus caminos que hasta ahora han generado mas noticias en las enfermerías que en las puertas grandes.
Las dos cornadas de este año en Mayo y otoño han sido casi idénticas. Tirarse a matar sin cruzar, a lo loco y encima de los cuchillos ha sido un error craso. Asi no se puede matar un toro. Y así se puede acabar muy mal. Ha podido contarlo. Pero salió perforado ampliamente. Ahora toca superarlo y aprender el oficio de verdad.
El toro es algo muy serio. No se puede jugar con el destino tan a menudo y sin sentido. Y con desconocimiento lógico propio de la bisoñez, menos aun.

El está convencido de su sueño. Pero los milagros no ocurren todos los días y el toro espera su oportunidad para cornear al que se equivoca o al torpe..
El largo invierno debe de ser tiempo para reflexionar y curar el cuerpo y el alma herida. Pero urge un cambio en la tauromaquia de Gonzalo Caballero. Así no se puede seguir, entre un vestido de luces y un pijama de quirófano. Así de claro. Algo pasa y hay mucho que aprender. Los órdagos sin cartas casi siempre salen fatal. Y las plazas de toros recuerdan a los circos romanos pero no lo son. No quieren tragedias sino toreo.
Suerte a Gonzalo en su restablecimiento total y en su crecimiento como torero. Aun es joven y aun queda mucho por aprender. Pero la cabeza es para pensar y no solo para ponerse la montera. Que Dios le proteja y le ayude . Amen.