domingo, 29 de marzo de 2020

FANDIÑO O EL TRISTE RECUERDO DE UN 29 DE MARZO





Fue un domingo 29 de Marzo. Año 2015. Hoy se cumple un lustro de una de las gestas de la historia de la plaza de Madrid. Ivan Fandiño malogrado torero vasco apostó aquel invierno todo a un juicio final ante la cátedra de Madrid. Anunció a finales de año anterior, su gran año, que se encerraría en Las Ventas con 6 toros de ganaderías duras para él solito.
Se generó una expectación sin precedentes. Primera corrida de toros de aquella temporada y se colgó el cartel de no hay billetes. Algo casi imposible de conseguir. Vinieron aficionados al toro de todas partes. El ambiente desde bien temprano fue de día grande. Los bares de alrededor de la plaza hicieron las mejores cajas de su historia. Se acabó la cerveza antes del mediodía.
Llegó la hora y apareció en el ruedo el héroe pálido y despeinado con un gris terno. Después del paseíllo ovación de gala y respeto ante aquel órdago del vizcaíno que quería dar un golpe y ponerse en la mesa de las figuras.
La tarde fue un desastre total. No rompió ningún toro de verdad. A la mitad de la tarde un Fandiño espeso y sin ideas se ausentó de la corrida. Un duro toro de Jose Escolar que hizo cuarto acabó con el gesto y desbordó profesional y anímicamente a Fandiño. Los dos últimos toros se hicieron eternos. El público se miraba incrédulo. Ya no estaba allí el león que tanto había hecho temblar el granito de Las Ventas. Era un fantasma vestido de plomo.
La cara era la imagen de una persona muerta de verguenza por tamaño ridículo. Sobrepasado y derrotado.
Terminó la corrida entre protestas con una travesía deprimente del ruedo de "su plaza" que hacia dos horas había contenido la respiración así como a todo el toreo. Salió cruz. Fue un farol sin cartas. Un batacazo .
La tarde de Iván fue la peor de toda su vida. Una derrota personal y profesional de un tamaño inmenso como era su gesta anunciada. Se le cayo la plaza y el mundo encima. No fue capaz de soportar la presión y solo él sabe lo mal que pasó aquellas dos horas tan amargas.
El petardo se oyó en Orduña. Muchos se alegraron; otros lo lamentamos y mucho porque confiábamos y sabíamos de su capacidad mostrada hasta hacia poco tiempo.
Le molieron a palos las empresas y los públicos. Después de aquella tarde negra de Domingo de Ramos Fandiño no volvió a ser el mismo.
Su apuesta habia salido al revés y la imagen mostrada fue penosa. Se arrastró a las catacumbas de las ferias de tercera y el medio billete a partir de aquello. Madrid le volvió la cara en sus siguientes apariciones. Había volado la frescura y su decisión para triunfar con todos los toros. Se le veía desquiciado, atacado y con los cables cruzados. Era una caricatura de si mismo. Sufria y se notaba. Daba pena ver a un hombre de verdad inmerso en una densa niebla de vulgaridad desnortada..
Y en esas andaba con algún síntoma de mejoría en la temporada siguiente ;cuando cuajó espléndidamente un toro de Jandilla en su plaza de Bilbao. Hasta que llegó Provechito en un triste quite y le segó la vida en una cornada en el pecho.
Y en aquel pueblo francés de Aire Sur L Adour quedó para siempre su vida atravesada por un pitón en un accidente absurdo.
Cuesta recordar sin entristecerse el final de un gran torero como fue Iván Fandiño. Sus últimos años desde aquel 29 de Marzo de 2015 hasta el 17 de Junio de 2017 fueron un mal recuerdo de una trayectoria ejemplar.

Las tardes grandiosas de su vida fueron muchas mas que las aciagas. Bilbao, Pamplona, América y Francia entera y sobre todo Madrid fueron testigos de la entrega, la superación y los cojones de un torero que entró en la Historia y al que nadie regaló nada. Y eso contando con un apoderado pésimo que le granjeó muchos disgustos y enemigos.
Y Fandiño lo consiguió de una forma admirable y llegó a tocar la gloria; donde muchos sueñan llegar y jamas la podrán alcanzar, como él mismo dijo en un brindis célebre.
Que Dios lo tenga en su gloria y que nadie se olvide de que Iván Fandiño fue un HEROE y un TORERO muy grande.