martes, 29 de junio de 2021

ENRIQUE PONCE SE QUITA DE LOS RUEDOS SIN DESPEDIDA

Enrique Ponce se retira del toreo. La noticia es un sorpresón. Treinta y un años de matador de toros que tienen por primera vez un adiós o un hasta luego. Un escueto comunicado ha sorprendido a seguidores y detractores por igual. De forma indefinida desde hoy 29 de Junio de 2021.
Lo cierto es que Ponce ha sido una figura del toreo indiscutible. Sus números, sus logros y su regularidad no tienen parangón en toda la historia del toreo. Su capacidad, afición, inteligencia y poderío han sido descomunales. Y lo ha demostrado todo en el toreo y no una; si no mil veces.
Pero desde su cogida en Valencia en 2018 con grave lesión de rodilla y posterior reaparición a los pocos meses ya no ha sido el mismo torero mandón y seguro. Su vida personal saltó al papel couché por su sonado divorcio y su posterior amorío adolescente con una niña guapa de Almería.
También su toreo estaba derivando hacia la cursilería con gestos a su "amada" después de cada tanda. Su ortodoxia clásica estaba derivando a un engolamiento amanerado. La discreción con su vida personal que durante décadas fue ejemplar se derrumbó por el precipicio del escándalo y el exhibicionismo ridículo en las redes sociales. Muchos aseguraban que se había vuelto "loco"...
Desde entonces Enrique ha estado mas en la boca de la prensa rosa que en la de los aficionados. Su apuesta en el año 2020, año nefasto para la tauromaquia, por tirar del carro ha sido loables y digna de la máxima torería y amor propio. El que mas toreó y ganando cuatro duros que era lo que había. Fue su ultimo gesto para su amada profesión a la que tanta gloria ha dado.
Pero este año en sus ocho actuaciones ha dado una imagen lejana de si mismo. Inseguro, nervioso y pajarero delante de los toros. Por primera vez el público le ha empezado a volver la cara. Ya no es capaz de tapar su mal momento anímico. Los problemas personales y su escabroso divorcio le han quitado el sitio. Anda por la plaza como un naufrago perdido en un mar de dudas e inseguridad. Una paradoja en el torero con más capacidad y seguridad de todos los tiempos.
Su cara en las últimas corridas en las que ha aparecido eran el reflejo de una zozobra interior que nublaba su sabiduría y su temple de animo. Se le veía crispado e impotente. Sufriendo delante del toro, algo impensable en este maestro.
Pero la vida es cruel a veces o siempre. El tiempo y los años no perdonan. Dice el refrán que" a la puta y al torero a la vejez los espero". Pues eso. Ponce no estaba. Una realidad reconocida por sus más acérrimos partidarios. Su decisión es una sorpresa con explicación. La prensa, las redes sociales le estaban zurrando sin piedad en cada actuación. El público le estaba volviendo la cara con hostilidad. Con implacable saña y perversidad. Ya les pasó a otras figuras que no supieron terminar a tiempo sus carreras.
A Ponce eso le ha reventado, conociendo su amor propio y su profesionalidad.
Nadie sabe ni debemos especular sobre sus motivos personales y extra taurinos que le han superado.
Pero nadie mejor que el propio torero sabe que para estar delante de un toro hay que tener la mente despejada y con la frescura para estar al máximo nivel. Ese que ha demostrado él de forma admirable durante tres décadas completas. Y ahora no estaba y él lo sabe. Inseguro y con poca confianza se vienen los nublaos y tal vez los percances. Hay que parar y Ponce ha tenido el valor de hacerlo y de forma silenciosa.
El tiempo dirá si es un hasta luego o un punto final. Así debería de ser y conociéndole...volverá.
Se merece la mejor de las despedidas por su histórica y asombrosa carrera. Es de justicia. Aún así GRACIAS MAESTRO por tanto, tantas veces. 
Ahora toca parar y poner orden en el caos.