jueves, 3 de mayo de 2018

JAVIER CORTES SE REBELA TOREANDO Y SANGRANDO EN LAS VENTAS


El toreo de Javier Cortés.

Javier Cortés al que no conocía ni Dios, salvo, unos pocos aficionados, llevaba cuatro o cinco años sin torear en España ni una sola corrida hasta 2017 donde le dieron una tarde en Las Ventas en septiembre pasado. Ese día y con dos gayumbos de ganaderías duras se mostró como un torero de los pies a la cabeza. La espada le cerró la puerta grande pero se ganó un hueco en esta plaza que ya le vio triunfar a lo grande como novillero puntero hace una década.
Su calvario y su olvido se vio además agudizado con una lesión gravísima en un ojo que le tuvo postrado y deprimido en una cama durante meses. Un quinario durísimo para un torero que no merecía un olvido y un desprecio tan fuerte e incomprensible.
Tuvieron que ser los franceses los que le dieran sitio en sus ferias del toraco grande. Unos amigos galos que le buscaban toros para entrenar y alguna corrida en los cosos toristas de las Galias. Allí tarde a tarde fue donde Cortés avisó y demostró que el sistema actual había dejado escapar un matador de toros como la copa de un pino. Y seguían sin escuchar sus logros en nuestra piel de toro. Ni una sola corrida en un lustro. Como un apestado. Algunos seguíamos su trayectoria y recordábamos lo buen torero que fue ya en sus tiempos novilleriles. Pero no le ponían ni en su pueblo, Getafe, que por cierto cerró su plaza por las hordas de ultraizquierda dejándola abandonada a la ruina total.

Después de triunfar en los templos del torismo francés por fin Madrid le dio una corrida el pasado septiembre. Su magnífica actuación no le ha dado ni un puesto en las ferias iniciales del año. La Comunidad de Madrid se acordó del buen ambiente dejado en su regreso y le anunció en la corrida goyesca anual del 2 de mayo.

Y llegó el dia. Y Javier Cortés nos dio una grandiosa tarde de toreo y verdad. Con su primer toro soso y sin mucho celo dejó un quite ceñido de quietud pétrea en los mismos medios. Aviso de como venia a Madrid. Su faena fue un muestrario de colocación perfecta, precisión en los toques, temple, pureza y verdad. Puso todo él. Solo la espada fue el lunar de una faena maciza y seria.

 
 
El último cartucho tenia 655 Kg. una alzada de caballo y dos guadañas infinitas. Resultó ser una gran toro. Noble, repetidor y encastado. Uno de los tres magníficos que lidió el Maestro Joselito en su plaza y en su "día". Le hizo un quite espeluznante por chicuelinas y tafalleras. Un pedazo de toro colorado guapo pero pavoroso. Lo pareó Antonio Molina con dos soberbios pares de poder a poder asomándose a ese balcón; con bragueta y torería. Para recordar...
Y el menudo Javier se fue a los medios y esperó con su muletita y su peinado de primera comunión al mostrenco. Momento de máxima emoción cuando le recetó dos naturales mirando al tendido sin inmutarse al pasar el tren de mercancías. Quieto como un palo. ¡Dios mío, que par de pelotas!
Pero es que se puso a torear y cuajó unas series rotundas de derechazos con mando, mano baja, temple y pureza. Dando el pecho, suerte cargada y rematando detrás de la cintura. Sin una ventaja para él. En un obligado de pecho el toro que ya no cabía, le enganchó en la zona posterior de la rodilla y le clavó una navajada certera. Brotó un reguero de sangre torera y se tiñó la media al instante de rojo caliente.


La cornada.
Pero Cortés se volvió a poner otra vez. Pálido, dolorido, desmadejado. Apenas se tenia en pie. Una serie enorme más, de toreo bueno. Ligando en un palmo y sin opción de moverse porque ya no respondía la pierna. La estocada recibiendo fue de palanca. Defectuosa, atravesada pero con verdad y entrega heroica.
 Un momento de máxima emoción. Cayó entonces inerme el héroe del 2 de Mayo en los brazos de su cuadrilla que lo llevaron a la enfermería entre una pañolada de admiración y emoción compungida. Una oreja de oro y la segunda no concedida; se pidió con pasión.

Las Ventas fue testigo del toreo y la verdad de un torerazo que había sido despreciado y olvidado por los caciques de los cambios de cromos y el monopolio. Un ridículo más de la jarca anti taurina que padecemos y que tanto daño está haciendo a la afición.
Javier Cortés hizo el toreo verdadero. Rematando detrás de la cadera, dando metros a las embestidas, enseñando el pecho y toreando puro. El de toda la vida. El de verdad. Sin destoreo ni trampas ni humos. Y además jugándosela con una serenidad que daba miedo. Le arrastran, vamos...
Ayer vivimos una tarde de épica y auténtica. La fiesta es grande por esto. Un pedazo de toro encastado y un enorme torero.
Supongo que ya le echarán cuentas, señores de la mafia...o todavía no es suficiente?


Héroe, torero!


El galán de 655 kgs.
 

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