VIC FEZENSAC localidad de la región francesa Pirineos- Mediodía ubicada en el sur oeste de Francia en las faldas de los Pirineos, atesora una afición al toro muy especial.
Su feria de Pentecostés es un clásico desde hace décadas en el calendario de las ferias del toro serio y espectáculo íntegro.
Y es que este pueblo de cuatro mil habitantes tiene una plaza de mas de siete mil localidades que llena sus tendidos hasta la bandera de público exigente y amante del toro.
La filosofía imperante de otra época. La suerte de varas se cuida de forma escrupulosa. Se pintan cinco rayas consecutivas señalando donde poner al toro al caballo. Cada vez se le pone en suerte más lejos para ver si el toro muestra toda su bravura. Los petos ligeros y los caballos livianos y bien domados ponen el equilibrio al primer tercio. La cuadra francesa de Bonijol es simplemente la mejor del toreo.
Los toreros participan en sus turnos para colocar a sus toros a la distancia adecuada. Recuerda a un tentadero. Los picadores se sienten toreros y arriesgan. Aquí se crecen porque el público premia a los que hacen la suerte con pureza y verdad. Este entendido público no permite puyazos caidos, tapar la salida o abusar del toro. Así se consigue que la lucha sea de poder a poder sin las ventajas de un caballo-tanqueta inmóvil.
El toro se cuida con esmero. Gusta el toro grande y la procedencia encastada. Se buscan hierros con máximo trapío y fama de bravos. Hierros proscritos.
Una comisión de aficionados amantes del toro son los encargados de velar por el prestigio y calidad de los hierros que acuden año tras año. Incluso lidian ganaderías que en ningún sitio de España se pueden ver. Es admirable la apuesta por sangres marginadas y olvidadas en España y que poseen casta brava, llenas de historia.
Vic Fezensac vive en otra galaxia. Apartada del toreo moderno, del monopuyazo y del medio toro comercial. Aquí reina el toro serio y bravo. Ese que no quieren ni ver casi ninguno. Y los toros tres veces al caballo al menos y el castigo medido con mesura.
Los matadores que vienen suelen ser de segunda fila pero con capacidad para aguantar embestidas jurásicas y exigentes y capacidad de lidiar. Las figuras brillan por su ausencia. Y tampoco se echan en falta. El toro es lo primero.
En definitiva Vic Fezensac es un oasis en estos tiempos del toreo moderno. Las faenas aquí son mas livianas y es el primer tercio el punto álgido. No es posible ver apenas en otros cosos a un toro galopar desde treinta metros al caballo. La belleza de esta suerte enamora a cualquier aficionado. Y aquí se ve cada tarde dejando tercios para el recuerdo con mucha frecuencia. Algo que se intenta borrar de la corrida actual.
Puede que el concepto no sea del siglo XXI. Puede que los nombres de figuras o ganaderías de moda tampoco se lean en sus carteles. Ni falta que hace. Pero en Vic hay seguridad de seriedad, integridad y respeto absoluto por el TORO. Y de ver la suerte de varas en todo su esplendor como en ninguna otra plaza de toros.
Por eso merece la pena esta feria y conocer a una entendida afición amante del toro y guardiana de un tesoro de siglos. Gentes sencillas de esta preciosa tierra de campiña.
Enhorabuena a su comisión organizadora, que lejos de políticos e intereses, preservan lo auténtico y son celosos guardianes de la emoción defendiendo siempre al aficionado.
Larga vida a la Feria de Pentecostés de VIC FEZENSAC.
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