lunes, 22 de abril de 2019

JUAN ORTEGA RESUCITA EL ARTE OLVIDADO.


Juan Ortega es un ejemplo de otro torero más que ha pasado su carrera en su casa soñando y practicando lo que llevaba dentro y apenas le dejaron mostrar. Su torería añeja, su exquisito clasicismo y su arte ha estado escondida dentro de un baúl.
El Domingo de Resurrección y en Las Ventas dejó una lidia para el recuerdo a un toro de Domecq. Vestido con un traje verde y azabache que evocaba tiempos muy lejanos y con unos andares pausados de torero antiguo. Belmonte, Pepe Luis, Paula, Curro, Cepeda...qué sé yo...
Deslumbró con un quite por verónicas y media. Hacia muchos años que no se veía torear así. Tan despacio, con tanta cintura y cimbreo. Tan lento y tan delicado. Muñecas de oro para mecer el capote y llevar con el vuelo lánguido.

 
La muleta fue igual de primorosa. Los doblones de inicio fueron cuadros. Esculturas ayudadas por bajo. Trincherazos imperiales. Andares apaulados. Cadencias con olores a romero. Un temple superlativo sin toques. Muletazos de seda ejecutados con el cuerpo entero. El desmayo, las zapatillas hundidas daban solidez escultural a cada pase o lance. El pellizco de lo bueno. Aromas caros del mejor toreo.
Una faena corta. Para qué más. Todo ejecutado despaciosamente sin prisas ni pausas. Derechazos y naturales a cámara lenta, suaves y tersos.
Qué forma de torear señores. Y la faena fue cortita porque el toro de Domecq no dio para más. Ni falta que hizo.
Lo justo para embriagar la catedral de arte torero y sabor añejo.
La estocada caída le privó de una oreja pero la vuelta al ruedo supo a triunfo grande. Madrid tomó nota y apuntó a uno que torea como los ángeles. Y ya le esperan para su tarde isidril ( solo una).
Juan Ortega, sevillano, ingeniero agrónomo, pero sobre todo Torero, dejó ayer esencias sublimes. Muchas tardes nos esperan para un mes de toros en Madrid y me atrevo a decir que no veremos algo tan suculento.
La Resurrección del buen gusto, la clase y la torería fue Juan Ortega. Un domingo frio de Abril. Hay que darle sitio a este buen torero. Y cantar las formas de otros tiempos que todavía algunos poseen.
El fracaso del taurineo por tener en su casa a toreros selectos como este es de carcel. Apunten este nombre y abran carteles con Ortega. Esos andares abelmontados, el arte puro sin florituras y la clase de los buenos toreros ha de verse en los grandes cosos y no en tentaderos perdidos.
Vayan a verle porque en cualquier momento saltará el tapón del tarro de las esencias. Paladear algo de tanta calidad llena el alma y anima a volver a los toros...que no se lo cuenten!

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