jueves, 3 de octubre de 2019

NEGAR A PERERA ES DE "ENTENDIDO".


La tarde del domingo 29 de septiembre fue la muestra de la particularidad del público de Madrid. Muchas tardes injusto otras muchas grandioso, algunas sectario y otras pasota. La idiosincrasia de un pueblo se observa en los tendidos de una plaza de toros que dijo Ortega y Gasset.
Tradicionalmente las figuras fueron vapuleadas en la capital del reino. Ya Joselito "Gallito" había sufrido la acritud y el desprecio de aquel público de primeros del siglo pasado. Luego fueron muchos los que tuvieron que soportar un ambiente hostil cada vez que acudían a torear a la Monumental. El peaje de ser figura.
Miguel Angel Perera ( siete puertas grandes en Las Ventas) sufrió en sus carnes el pasado domingo la venganza de un sector radical que le castigó por haber salido en hombros de esta plaza el 15 de Mayo. Ya había padecido tardes en las que las armas le apuntaban a él.
El cartel en mano a mano con Paco Ureña, predilecto y consentido del sanedrín, estaba preparado para aupar al murciano y hundir al extremeño. A Perera se le notaba concentrado en sus lidias. Increpado por algunos lidió dos toros sin gracia ni posibilidades con buena técnica, seriedad y disposición. Brilló su capote toda la tarde con variados lances llenos de sabor. Pero el el frío tendido miraba a otro lado cuando saludaba por verónicas rodilla en tierra o quitaba con suaves verónicas. Ni caso.

A Ureña le habían regalado una oreja por una faena de retales sueltos sin hilván ni redondez. Cada intento de algo del lorquino era jaleado aunque fuera un enganchón o un banderazo. Cada olé era un mensaje a Perera. Y un desprecio.
Pero salió un quinto toro que blandeó de salida y a partir de banderillas se puso a embestir como un tren. Las protestas intentando devolver al toro fueron acalladas por una faena rotunda de Miguel Angel. Poderosa, ligada, redonda e inteligente. Dándole al cuvillo larga distancia y pausas refrescantes para después templar, conducir y aprovechar las codiciosas oleadas del colorado. Las bernadinas en los medios y de lejos fueron el culmen a una gran faena. Se cuadró en los medios para matar y allí se arruinó todo con un horrible metisaca. Se esfumaron las dos orejas y muchos sintieron placer y alivio por el marrón espadachín. Pero la mayoría había rugido con la muleta de Perera. Callaron a la secta de listos y sumos pontífices con los olés de Madrid.
Así terminaba una tarde donde una figura del toreo había dado una lección de ser torero. La trayectoria de Perera es incuestionable y además en esta plaza.


Pero las desmemorias y las fobias se apoderan de algunos y se convierten en hooligans en vez de aficionados. Ureña era el Atleti y Perera el Madrid. Las Ventas; el Wanda.
Es mas viejo que nada eso de machacar al rico y apoyar al pobre. Síntoma de que el grande lo es y el pequeño también. El domingo volvió a quedar claro en el ruedo. La figura salió más en figura que nunca. Por su actuación, su capacidad y su inteligencia. Y por soportar a un sector que si le odiaba quizás no debió de ir a verle triunfar e imponerse en el mano a mano frente al idolatrado torero de la sonrisa triste.
 



 

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