lunes, 13 de septiembre de 2021

EL ARTE DE MORANTE INUNDA LA GLORIETA CON GUIRLACHES

12 de Septiembre de 2021. Casi dos décadas después volvía a la Glorieta de Salamanca la ganaderia de Francisco Galache. Los famosos y codiciados guirlaches de los años 60 por los que se mataban las figuras de la época habían caído en un largo bache de olvido y plazas de cuarta. 
Morante de la Puebla en el mejor año de su carrera los había pedido para matarlos en Salamanca. En el carnaval de Ciudad Rodrigo y en un festival ya habia catado la dulce calidad de los berrendos mas famosos del campo charro. Tomó nota y este año pidió la corrida en su año de innovar y cambiar los hierros elegidos de siempre. Y llegó al coso en un coche de época descapotado, vestido de oro antañón y con una sonrisa que invitaba al optimismo.
Lucía hermosa la preciosa plaza de Salamanca repleta de aficionados expectantes ante lo que se atisbaba como acontecimiento. Recordaba el ambiente a aquella época gloriosa de las ferias en los años 80 cuando El Capea y Robles dividían el corazón de los aficionados. Aquellas tardes de calor y llenos. Aquellos años de esplendor en la capital del toro.
Ambientazo y ganas de ver embestir a los "vegavillar" de Galache que parecian haberse recuperado del bache y del ostracismo.
Y la tarde se recordará porque en el ruedo se vieron cosas sublimes. El paseillo epilogado con el himno de España abrió la función.
Morante ante el primero blando y justo de poder desgranó detalles sueltos de inmensa belleza. Despacio lo toreó, acariciandolo. Con el capote ya había dejado varios lances superiores marca Morante. Emborronó la pinturera faena con un sainete de pinchazos.
Pero en el cuarto explotó la tarde en una borrachera de torería y gracia lidiadora de otra época. Recibo con dos faroles de rodillas, quite por delantales al ralentí. Cogió el tercer par y lo clavó al cuarteo en la cara y en el canto de una moneda. Olor gallista. Ese cuarto galache era suave, dulce justo de fuerza y nobilísimo. El ideal para Jose Antonio. La faena fue prodigiosa. Templado, lento, muy despacio. La suerte cargada. El embroque precioso. Toreando con la cintura y el pecho. Rematando detrás de la cadera con profundidad y cadencia máxima. Que preciosidad. Los remates por la espalda, trincherillas de rodillas y desplantes gallardos tuvieron un sabor a gran reserva. La Glorieta era un manicomio. Antología de filigranas y toreo puro. Un pinchazo precedió a la buena estocada. Le pidieron las dos y le concedió solo una el rácano presidente. La vuelta al ruedo fue clamorosa. Salamanca se habia rendido al toreo lento y mecido del sevillano. Una tarde de arte absoluto, de gusto, de gracia torera y de olor a Edad de Oro del Toreo. Una revolución formó. Una tarde soberbia de un torero único.
El Juli tuvo un lote blando y con poco celo. Pero su tarde fue horrible. Desganado y despegado. No estuvo a gusto ni fresco. Penosa imagen. Lo del julipie volvió a espantar a la vista. Fue pitado.
Cerraba el cartel un joven torero salmantino de La Fuente de San Esteban, Alejandro Marcos. Formado en la escuela charra de la mano del recientemente desaparecido maestro Juan José al que brindó mirando al cielo. Hacia tiempo que no se le veía en una plaza importante. Morante le había "recomendado" para acompañarle en la tarde de los patas blancas. 
Marcos porfió con ganas y buen corte ante el bravo tercero que se apagó pronto. Como casi toda la corrida sacó nobleza pero justeza de fuerzas y recorrido. Y la raza justita.
Con el último, que era berrendo en colorao se explayó y triunfó con justeza. Este sexto amplio de carnes y preciosa estampa fue el mejor de la tarde. Con ese ritmo "chochón"  de este encaste. Embestía con ritmo, templanza y humillación. Y el salmantino lo cuajó por los pitones en una bonita faena. Administró el depósito del toro con tiempos y paseos largos entre tandas. Su estilo clásico y repleto de gusto y clasicismo sorprendió a los que no le conocían. Los que ya lo sabíamos refrendamos lo que le vimos de novillero. Es un torero clásico con empaque y cintura. Hubo mucho relajo y a veces toreo abandonao, de ese del bueno. Los remates por bajo rezumaron calidad y sabor. La estocada algo defectuosa pero de efectos rápidos le pusieron en la mano las dos orejas poniendo colofón a una gran tarde de toros.
Morante nos hizo soñar en una bonita y calurosa tarde de Septiembre. Entre vítores abandonó andando con majeza el albero charro el dia que volvieron los galaches a "su casa". Marcos se fue por la puerta grande con la esperanza de escalar puestos después de su importante triunfo. 
Y la afición salió feliz de los toros. Habia disfrutado Morante toreando y la gente iba plena y saciada de paladear puro arte. Se hablaba de toros y mucho otra vez en la ciudad del Tormes. Como en aquellos septiembres de hace tres décadas cuando Salamanca era un santuario de ganaderos y toreros de tronío que escribieron páginas de oro en la historia del toreo...









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