Cae la tarde en los campos de "Puerta Verde"- El verano se ha marchado definitivamente y con él los calores y los secarrales herederos de una exuberante primavera. Las lluvias de este fresco otoño han tapizado de nuevo de verde las fresnedas y encinares. Los cielos entoldados y los colores ocres, amarillos y pardos empiezan a teñir las arboledas anunciando los dias cortos y los fríos de la serranía de Madrid.
Hoy es 4 de Octubre de 2020. Paseando por la finca en esta fecha se siente una emoción muy especial. Se cumplen exactamente hoy; 45 años de un suceso luctuoso que sucedió aquí. El desgraciado accidente mortal de Don Antonio Bienvenida. Aquel día la vaca "Conocida"de Amelia Pérez Tabernero en una embestida traicionera e inesperada desbarató la vida de un gran torero que había estado cuarenta años repartiendo torería y señorío a partes iguales por las plazas y por las calles que pisaba con inconfundible sello "Bienvenida".
Oscurece y enfría el cuerpo la anochecida. A estas mismas horas de aquel día de Octubre de 1975 la familia y amigos que acudieron a aquel tentadero tan familiar e íntimo, arropaban con capotes el cuerpo inerte y partido de Antonio. La agradable jornada se tornó en tragedia. Tardaba en llegar la ambulancia que lo trasladó a Madrid para confirmar la suma e irreversible gravedad. A los tres días falleció el maestro.
El destino quiso que una vaca desbaratara su dorado y merecido retiro de 1974. Ilusionado con los primeros pasos toreros de su sobrino Miguel como continuador de la saga, Antonio se quedó sin verlo. Fue un mazazo para esa adorable familia. Para el propio Miguel, para su hermano Angel Luis, para todos.
Cuatro décadas en activo y varias extremas unciones administradas " in articulo mortis" tras terribles cornadas no habían podido con él. Y el destino perverso le guardó un trágico e inesperado final. En un lugar que tantas tardes había sido testigo de su impecable empaque y su gracia torera. Cientos de tentaderos impecablemente vestido con chaquetillas impolutas, zahones, relucientes botos y sombrero de ala ancha. Sin la presión del público, en la intimidad del campo y con una sonrisa siempre en la cara. Dicen los que lo vieron que daba gloria...
Se había retirado. Cuatro días antes había toreado un festival en Salamanca con Julio Robles y Juan José y tenia previsto otro al día siguiente en un pueblo de Avila. Los festivales y las causas benéficas en las que siempre fue el primero en participar seguían llenando su incansable pasión por torear. Pero aquella tarde de Puerta Verde todo se truncó para siempre.
En el silencio de un triste y olvidado aniversario; la placita de tientas guarda en secreto la última faena. Sus tejadillos y sus encalados muros fueron testigos de aquella desgracia.
Los recuerdos y la nostalgia invaden por igual en estos oscuros tiempos para el toreo. Pasear por esta magnífica dehesa te transporta a tiempos pasados cuando aquí pastaba una famosa ganadería de lidia y venían toreros de postín a tentar y acosar a caballo. Cien años pastando toros bravos en estos campos de El Escorial. La melancolía de tiempos mejores, de la torería andante, del estilo y el señorío de una estirpe irrepetible.
Cae la noche con su frio telón como aquel día de 1975. El día que se truncó la vida de un gran señor y un gran torero; Don Antonio Bienvenida.
Nada volvió a ser igual...
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