La tarde del 26 de septiembre de 1984 pasó a la historia como la mas negra de la historia del toreo. Aquella tarde en un pueblo de Córdoba, Pozoblanco ocurrió la maldición.
Francisco Rivera "Paquirri", figura indiscutible del toreo, llegaba con 50 corridas al final de su temporada y de su carrera. Se retiraba. Dicen que intervino en los días previos en cambiar los toros inicialmente previstos. También se dice que entró en aquella terna, El Yiyo, por José Luis Galloso a petición de Paquirri. Eligió la ganadería de Sayalero y Bandrés a última hora sustituyendo a la de Gavira. Su segundo toro de nombre "Avispado" le cogió de lleno dejándole colgado durante larguísimos segundos con el cuerno hundido hasta la cepa . Aquel toro había estado de sobrero ese verano en la corrida del 10 de Agosto en San Lorenzo de El Escorial.
Los destrozos fueron terroríficos. El camino a la enfermería un caos. El reguero de sangre de aquel muslo partido en dos mermó la vida del matador. La enfermería fue testigo de un desorden monumental. La falta de medios para operar aquel cornalón en aquel cuchitril aconsejaron un traslado en ambulancia hasta la capital. Un viaje difícil por estrechas carreteras de sierra. Llegó muerto, desangrado por completo. Aquel torero valiente poderoso y consagrado había caído en una plaza de pueblo en los cuernos de un toro que tenia cara de asesino y que no gustaba a los toreros aquella mañana en los corrales.
El Yiyo se hizo cargo de darle muerte. Menos de un año después (1985) moría de una cornada en el corazón en Colmenar Viejo. Su apoderado, Tomás Redondo se ahorcó al no poder soportar la muerte del que consideraba como un hijo.
Antes en 1988, el ganadero del toro asesino, Juan Luis Bandrés, fue asesinado a tiros, por un empleado descontento de su naviera de Algeciras.
El tercer integrante de aquel cartel, El Soro, escapó de la muerte pero no de la maldición. Una gravísima lesión en su rodilla a los pocos años en Benidorm le retiraron del toreo pasando un calvario de operaciones. Depresiones, casi cuarenta operaciones e infartos lastraron la salud y la moral del valenciano. Arruinado y tullido. Una pierna destrozada y una rodilla ortopédica para los restos. Finalmente vivió para contarlo pero marcado por una vida de sufrimiento y angustia
Personajes secundarios de aquel fatídico día de septiembre también fueron "ejecutados" inesperada y prematuramente. El periodista, Salmoral, que grabó las únicas imágenes que dieron la vuelta al mundo falleció tres años después de un cáncer fulminante. El fotógrafo que hizo el reportaje, Matey, murió en un accidente de tráfico al poco tiempo.
Dos picadores actuantes ese día; Rafael Atienza y Rafael Muñoz, también acabaron en el cementerio en extraños sucesos. Muñoz picó al toro que mató a Paquirri. Años después apareció muerto con su caballo despeñados por un terraplén. Su hermano Juan Antonio, también picador, murió aplastado por su caballo en la plaza francesa de Vic. Rafael Atienza murió en un accidente de carretera provocado por un conductor suicida en 1994.
La muerte había marcado aquel día y aquella corrida. Muchos protagonistas directos de aquel festejo quedaron marcados para siempre. ¿ Casualidad o maldición?
Estampas, oraciones, amuletos o supersticiones son venerados por los toreros para ahuyentar los malos fantasmas que atormentan sin descanso a los que salen cada tarde a enfrentarse a la muerte. El toro espera en el chiquero. El torero su destino.
Aquel día de Septiembre de 1984 se consumó la tragedia y el destino; su estela maléfica se llevó la vida de muchos más de lo imaginable.
Aun perdura la maldición...