miércoles, 28 de noviembre de 2018

LA MALDICION DE POZOBLANCO.



La tarde del 26 de septiembre de 1984 pasó a la historia como la mas negra de la historia del toreo. Aquella tarde en un pueblo de Córdoba, Pozoblanco ocurrió la maldición.
Francisco Rivera "Paquirri", figura indiscutible del toreo, llegaba con 50 corridas al final de su temporada y de su carrera. Se retiraba. Dicen que intervino en los días previos en cambiar los toros inicialmente previstos. También se dice que entró en aquella terna, El Yiyo, por José Luis Galloso a petición de Paquirri. Eligió la ganadería de Sayalero y Bandrés a última hora sustituyendo a la de Gavira. Su segundo toro de nombre "Avispado" le cogió de lleno dejándole colgado durante larguísimos segundos con el cuerno hundido hasta la cepa . Aquel toro había estado de sobrero ese verano en la corrida del 10 de Agosto en San Lorenzo de El Escorial.

Los destrozos fueron terroríficos. El camino a la enfermería un caos. El reguero de sangre de aquel muslo partido en dos mermó la vida del matador. La enfermería fue testigo de un desorden monumental. La falta de medios para operar aquel cornalón en aquel cuchitril aconsejaron un traslado en ambulancia hasta la capital. Un viaje difícil por estrechas carreteras de sierra. Llegó muerto, desangrado por completo. Aquel torero valiente poderoso y consagrado había caído en una plaza de pueblo en los cuernos de un toro que tenia cara de asesino y que no gustaba a los toreros aquella mañana en los corrales.
El Yiyo se hizo cargo de darle muerte. Menos de un año después (1985) moría de una cornada en el corazón en Colmenar Viejo. Su apoderado, Tomás Redondo se ahorcó al no poder soportar la muerte del que consideraba como un hijo.
Antes en 1988, el ganadero del toro asesino, Juan Luis Bandrés, fue asesinado a tiros, por un empleado descontento de su naviera de Algeciras.
El tercer integrante de aquel cartel, El Soro, escapó de la muerte pero no de la maldición. Una gravísima lesión en su rodilla a los pocos años en Benidorm le retiraron del toreo pasando un calvario de operaciones. Depresiones, casi cuarenta operaciones e infartos lastraron la salud y la moral del valenciano. Arruinado y tullido. Una pierna destrozada y una rodilla ortopédica para los restos.  Finalmente vivió para contarlo pero marcado por una vida de sufrimiento y angustia

Personajes secundarios de aquel fatídico día de septiembre también fueron "ejecutados" inesperada y prematuramente. El periodista, Salmoral, que grabó las únicas imágenes que dieron la vuelta al mundo falleció tres años después de un cáncer fulminante. El fotógrafo que hizo el reportaje, Matey, murió en un accidente de tráfico al poco tiempo.
Dos picadores actuantes ese día; Rafael Atienza y Rafael Muñoz, también acabaron en el cementerio en extraños sucesos. Muñoz picó al toro que mató a Paquirri. Años después apareció muerto con su caballo despeñados por un terraplén. Su hermano Juan Antonio, también picador, murió aplastado por su caballo en la plaza francesa de Vic. Rafael Atienza  murió en un accidente de carretera provocado por un conductor suicida en 1994.

 
La plaza de Pozoblanco cuenta con un inquietante dato histórico. Su inauguración en agosto de 1912 quedó marcada también por la muerte. En aquel cartel de estreno actuaron Corchaito y Sánchez Mejías. Ambos murieron y de forma muy parecidas a Paquirri y El Yiyo. De forma premonitoria de lo que estaba por llegar.
La muerte había marcado aquel día y aquella corrida. Muchos protagonistas directos de aquel festejo quedaron marcados para siempre. ¿ Casualidad o maldición?
Estampas, oraciones, amuletos o supersticiones son venerados por los toreros para ahuyentar los malos fantasmas que atormentan sin descanso a los que salen cada tarde a enfrentarse a la muerte. El toro espera en el chiquero. El torero su destino.
Aquel día de Septiembre de 1984 se consumó la tragedia y el destino; su estela maléfica se llevó la vida de muchos más de lo imaginable.
Aun perdura la maldición...



 





jueves, 15 de noviembre de 2018

REQUIEM POR LOS NUÑEZ DEL CONDE DE LA MAZA


El Sr. Conde de la Maza acaba de anunciar que ha enviado su ganadería completa al matadero. Una ganadería que había creado su bisabuelo, un hombre de negocios que tras hacer fortuna en América vino a España y en Sevilla creó una ganadería. Fue el padre del actual propietario el que durante más de seis décadas creó una vacada que llegó a alcanzar cotas muy estimables en su larga historia.

En el cortijo de Los Arenales en Morón de la Frontera se han seleccionado durante largos años, los "nuñez" del aristócrata, de la línea villamarta, predominante sobre la línea de Rincón. Sobre esta base creció la fama de esta ganadería. Toros muy serios, astifinísimos y de imponente y encastado comportamiento. Muchas veces geniudos y duros. Pero había que pasar la raya con ellos muchas veces para poderlos. Otras veces salían toros bravos de bandera a los que había que aguantar embestidas de un tranco mas haciendo honor a su pureza "nuñez". La mirada de estos toros unido a las dagas que solían lucir hacían de los condesos toros muy ofensivos que inspiraban temor. Buenos peleadores en el caballo. Y también repartidores de cornadas a la mínima equivocación.




Hace décadas que los toreros les habían vuelto la cara. Un novillo de esta ganadería acabó con la vida de Ramón Soto Vargas en un par de banderillas en la Maestranza en 1992. No sabemos si este hecho influyó en la marginación progresiva del hierro. Espartaco realizó en Salamanca en los ochenta una portentosa faena a un sobrero terrorífico al que cortó las dos orejas en una de las faenas de su carrera. Muchos toros bravos y célebres en la Maestranza donde representó muchos abriles al marginado torismo en aquella plaza.
Poco a poco fue arrinconada y Francia fue refugio de esta ganadería. Y algunos reductos aislados gustosos del toro encastado y duro. Este año presencié la que a la postre ha sido la última corrida del Conde de la Maza de la historia. El 15 de Agosto en Cenicientos. Una pavorosa corrida cinqueña, grande, muy ofensiva e interesante. Nada fácil de torear. De esas corridas donde no se comen muchas pipas y con una emoción inhabitual en los tiempos actuales. Estos toros pedían el carnet a los que estaban delante. Se palpaba entre los de oro y los de plata el miedo y la cautela en cada lance de la lidia. Los picadores se empleaban a modo para bajar los humos a semejantes galafates. Aquella tarde de Cenicientos les zurraron a conciencia. Y los toreros hicieron lo que pudieron. Alguno las pasó canutas. Y sonaron broncas como las de antaño.

Y es que hoy día ya casi no salen toros que impongan tanto. Los toreros ni quieren ni pueden con ellos. Así el futuro es negro para los ganaderos que se niegan a plegarse al monoencaste y el toro manejable.
En los Arenales no se afeitaba. No se dulcificaba nada. No se pensaba en el torero. No se cruzó con Domecq. Y llegó la marginación, el olvido y el horizonte negro.
Se ha cerrado el chiringuito tras mucho aguantar y dudar. Se acabó. Ni vender. Ejecución industrial.
Cada uno en su casa hace lo que quiere y los herederos de Poli de la Maza han echado el cierre definitivo e irreversible. Imagino lo duro de la decisión para los dueños. Pero de romanticismo o brillantes pretéritos no se vive. Y la realidad es una losa.
Se ha perdido otro hierro histórico. Ya van muchos. "Guardiolas", "atanasios", "coquillas", "urcolas"....
Un patrimonio genético de siglos y décadas de selección y trabajo entusiasta acabaron en la frialdad de un gélido matadero. Y las que quedan. No hay ecologistas llorando por esto. Y mucho menos taurinos o profesionales. Mucha culpa tienen de esta defunción.
Hoy lamentamos la desaparición de los toros del Conde de la Maza. No sirve de nada lamentar o protestar. Se veía venir. La asfixia del mercado es insoportable. Ya solo nos queda la historia y el recuerdo.