Era el cartel mas esperado de la feria. Ver a Roca Rey con la ganadería de Adolfo Martín. Del bombo solo salió esta atractiva combinación. La afición esperaba ver al peruano enfrentarse a este encaste.
Pero aparte de Roca se acartelaban otros dos nombres de importancia. Manuel Escribano y Román. La corrida de Adolfo Martín tuvo dos partes diferenciadas. Los tres primeros apenas dieron opciones y al arrastre del tercero se mascaba el petardo.
Román había destacado en una valiente porfia con el peligroso y orientado segundo que le levantó los pies del suelo y una rebañada criminal le corneó en el glúteo sin gran profundidad afortunadamente. Roca Rey con el tercero no se encontró a gusto y no pasó nada.
Pero la cosa cambió y de que forma. Salió el cuarto toro, veleto, fuerte, y serio. Escribano lo banderilleó con riesgo y exposición. Su comienzo de faena con cambiados inmóviles en el centro del anillo fue soberbio. Venia el toro de largo con alegría y humillación enrazada. El sevillano lo toreó con temple, largura y profundidad sobre la mano diestra. Pases de pecho estupendos. Por el pitón izquierdo se desplazaba mas corto. Y ahí empezaron a pitarle y a censurarle la colocación. A reventarle la faena. Escribano no entendía lo que pasaba e insistió en alargar la faena para recuperar vuelo. Lo cierto es que el toro cambió al sentirse podido y en un parón del toro a medio natural se fue a por él y le cazó el muslo con un cabezazo terrorífico. Después con saña le intentó ejecutar en el suelo. Escribano con el muslo partido se fue para el hule y Román que volvía de la enfermería remató al Adolfo.
Román estuvo muy bien toda la tarde. En especial con el buen quinto al que pulseó, templó y cuajó plenamente. Colocación pura, trazos largos y grandes pases de pecho. Una faena luminosa de entrega, verdad y buen toreo. Encandiló a la plaza y remató con un estoconazo tirándose a morir. Oreja de ley. De las más importantes de la feria. Gran feria de Román en sus dos tardes. Compromiso, verdad, capacidad, entrega y emoción a raudales y buen toreo. Una evolución tangible. Un torero que no engaña a nadie y da lo que tiene. La entrega tuvo su merecido premio. Uno de los triunfadores de esta feria.
A Roca Rey le esperaban muchos en el sexto para fusilarle. Después de su faenón y puerta grande de la semana pasada todavía algunos querían verle fracasar. Pero el toro que le salió tuvo calidad y codicia humilladora. Y Roca le cuajó con la inteligencia de los privilegiados. Las pausas entre serie le dieron la clave para mantener al Adolfo con resuello para ser toreado en redondo y por abajo. Rotundos muletazos circulares toreando con todo el cuerpo y enroscándoselo detrás de la cintura. Pases de pecho de casi 180 grados. Lentos, templados. Una faena sensacional. Por los dos pitones. De cabo a rabo. Toreado, podido y exprimido el limón faltaba la rúbrica. Pero esta vez el pinchazo y la estocada baja dejaron todo en una gran ovación. Daba igual. Es el triunfador de la feria y también cuaja a los albaserradas. Se ha erigido en el trono del escalafón. Es la primera figura sin duda a dia de hoy. Los reventadores que denostan su toreo se han quedado sin argumentos. Roca se ha paseado por Madrid con esa gallardía del que sabe que manda en esto y lo demuestra. Esa forma de estar en la plaza y esos andares imperiales con apenas veinte años recuerdan a grandiosas figuras de otras épocas.
Adolfo Martín salvó el honor de su hierro con tres buenos toros y se impuso a su primo Victorino y a José Escolar en este desafio por el siglo de los "albaserradas". La expectación se justificó con tres buenas actuaciones de los toreros y tres toros de triunfo.
Hay que resaltar la mala educación de ciertos sujetos que reventaron a Escribano al que descentraron con soflamas del pico y "se va sin torear". Una vergüenza indigna. O el chuzo que gritó justo en el momento de entrar a matar Roca al último con un "Viva España". La subnormalidad y la ignorancia no tienen límites. Y si se va soplao aun más.Y la falta de educación de algunos es vomitiva. Incluyendo a esos listillos que se erigen en fiscales supremos para decir qué es el pico y la trampa. Que revientan faenas sin saber lo que hablan y en cambio cuando se trata de su "torero mimado" se guardan la lupa en el bolsillo y se extasían con el pico y el bajonazo del consentido de turno. Este si y este no porque lo digo yo. Sectarios e ignorantes. Y cegatos acomplejados.
Otro día hablaré de la gentuza que maltrata a los matadores en las salidas en hombros. Un espectáculo repugnante de una chusma insoportable. Ayer no pudieron zarandear a nadie, ni dar collejas al torero o destrozarle el vestido. Menos mal que Roca pinchó...