Los gorrones que pululan en el mundo del toro son una fauna de aprovechados endémicos. Toda la vida ha existido una colección de seres alrededor de las plazas de toros oteando el horizonte para ver si pueden entrar en los toros sin pagar.
En la pasada feria de Valdemorillo el callejón estaba repleto de personas de pie y sin ubicación en ningún burladero. Era notorio que se habían colado. Un flagrante incumplimiento del reglamento y una irresponsabilidad por los peligros potenciales en caso de que un toro saltase las tablas..Amigotes, enchufados de la empresa o simples jetas.
En Las Ventas, por ejemplo, en cada festejo se ven las mismas caras profesionales del gorroneo que nunca pagan. Algunos se acomodan en consejos taurinos para asegurar el callejón y la plaza de aparcamiento. Muchos de ellos se pasan la tarde mirando el móvil durante las faenas demostrando su afición. Por no hablar de los políticos que en las tardes de clavel figuronean en los mejores lugares sin aparecer jamás en fechas sin postín. Esos son los peores.
Entre esta tropa hay periodistas, supuestos representantes de asociaciones taurinas extintas y demás caspa. Estos también proliferan en los actos taurinos sobre todo cuando hay canapé y vino español al final.
No solo ir a los toros gratis les basta. Si se puede llenar la tripa por la patilla pues se va uno cenado a casa. Y luego van aumentado el volumen de sus tripas y el sonrojado de sus mejillas de los abundantes “riojas” ingeridos.
En este gorroneo también hay que destacar incluso a matadores retirados que no pagan una entrada en su vida y que se alimentan hasta por partida doble en el mismo día a costa de otros, claro.. A veces cenan dos veces como hacia criminal Dr. Negrín en el Madrid de los años 30. Acuden de gorra a todos los homenajes y actos donde divagan sobre sus glorias pasadas en bucles mentales sin final. Al final si hay comida en buen restaurante no suelen fallar. Algunos hasta fueron figuras.
Hay excepciones a todas estas conductas de estos “lazarillos de Tormes” y otros toreros o taurinos tienen categoría y vergüenza para no ser gorrones de cuarta.
Por supuesto, para trepar hay que dar jabón. Suelen ser palmeros de quien les da de comer. Ahora todos son de Juan Ortega y se rompen las camisas sin tirar el gyn tonic que es muy caro y no siempre es gratis. Graban con sus móviles, hablan en alto, beben y aplauden todo. Todo está “cumbreee...mi armaa..”
Existen frikis varios que son fijos en cada festejo donde tienen su mayor emoción vital los días de corrida. Algunos van disfrazados de maitres de lujo, otros se ponen bonitos con las camisas “moranteras” exhibiendo pulseras de vírgenes rocieras y banderitas de España en abundancia. Luego llegan “los viva españa” cuando el etanol empieza a hacer su trabajo. Y el triunfalismo absurdo.
La fauna es tan diversa como curiosa. En los alrededores de una plaza antes de un festejo. Pululan también las “sangre y arena” cerca de las furgonetas de los toreros y en los bares en el post. Esas chavalas muy arregladas que no saben diferenciar el capote y la muleta. Se aburren como ostras mirando el móvil hastiadas durante el festejo. Luego viene el cachondeo y el flamenquito. Para eso han venido. Ahora los “cayetanos” están floreciendo al abrigo de los abonos semi gratis que regalan algunas empresas. Estos neo pijos del tiktok se han atrincherado en los gallineros de sol con sus bolsas de plástico repletas de alcohol y su mala educación a cuestas. Cada vez es mas insoportable aguantar sus borracheras imberbes y sus juergas durante la lidia. Van a mamarse por sistema y a intentar arrimar la cebolleta con alguna mareada. Esto se está imponiendo sobre todo en las grandes ferias. Cuando el festejo es fuera de feria no aparecen apenas. Dicen que de esos saldrá algún aficionado. También hay una nueva hornada de jóvenes que se comportan y son aficionados de verdad.
Entre gorrones, jetas, ninis, "milenials", integristas, sabelotodo, faltos, frikis, tuiteros, reventas y oportunistas anda el juego. También hay entendidos pero cada vez muchos menos.
Este es el panorama de la sociedad actual. Asomarse a una plaza de toros es un termómetro para saber como está el país (Ortega y Gasset).
Como diría Jorge Manrique, cualquier tiempo pasado fue mejor. Antes se sabía mas de toros, se vestía con mas decoro, había mas educación, se entendía más, no se hacían discotecas en la plazas, no se alcoholizaba el gentío durante el festejo y además se toreaba mejor y con mas personalidad. Lo de los gorrones eso si ha sido de toda la vida. España país de jetas y lazarillos...
Mención de honor merecida a un aficionado como Luismi “El Chatarrero” ; que paga sus entradas en las zonas caras; por partida doble o triple cada tarde y embellece el paisaje con sus acompañantes elegidas con buen gusto. Siempre sale triunfador...Y siempre paga.