De abre plaza se las vio con un enorme mostrenco mas alto que él de 660 kgs. Desarrollo sentido a lo largo de la lidia. Antes, por la mañana en el encierro había dejado varios recuerdos en las carnes de varios corredores. La faena fue sobre las piernas frente al incierto y medio viaje del colorado grandón. Soltaba cabezazos marca de la casa y bregaba despierto y listo el torero. Con el capote en lo poco que se dejó de salida ya le había dibujado un templado veroniqueo con garbo. Ahora había que matar a esa mole al volapié. La experiencia y habilidad de Rafaelillo se mostraron en una estocada arriba que fue suficiente. Pamplona ovacionó una lidia tan valiente y solvente . La ovación le supo a gloria y quedaban las espadas en alto para su segundo oponente.
Salió el cuarto, cárdeno, grande, ofensivo. Y allí mismo en el tercio lo paró el torero con una larga de rodillas. El toro hacia cosas sospechosas ya en banderillas mostrando evidente peligro y sentido depredador. Viniéndose al bulto descaradamente. Rafaelillo con una temporada rala en contratos sabía que su verano iba a ser de "banquillo" y debía pasar algo con este y además siendo el festejo televisado. Y apostó todo a un recibo de rodillas en el tercio. Vino como una furia el toro hacia la muletilla que de hinojos le ofrecía "David". Y Goliat le vio y se fue a por él con una violencia criminal. Al pecho directo lanzó un cabezazo descomunal ignorando la muleta y oliendo la carne caliente. Voló Rafaelillo como si fuera un pañuelo y lo empotró contra las tablas. Desde la raya. Si no hubiera tablas hubiera acabado en el tendido bajo. La muleta subió a los cielos y se salió del cuadro. Rebotó y en la caída ya tenia encima a "Habanero" que lo acorraló contra el tablero y le tiró un hachazo que se perdió por el pecho del bravo guerrero. La fuerza descomunal de ese cuello cárdeno, los pitones largos y astifinos y un instinto miureño de asesino en serie dejaron a Rafaelillo moribundo, pero vivo. Zarandeo eterno y angustioso. Pascual Mellinas hizo el quite de su vida para quitarle la presa en plena ejecución. Un drama total.
Rafaelillo sin aire, pálido y noqueado fue llevado a la enfermería entre alaridos de dolor y caras de consternación. Fue trágico verlo. Vivirlo debió de ser terrorífico. Ver los ojos sin vida del tiburón cuando abre las fauces para devorarte. Así debió de sentirlo Rafael Rubio.
El parte estremecedor. Una decena de costillas rotas. Un hemotorax. Una cornada en el pecho. Vértebras afectadas. Un dolor insoportable. Pero milagrosamente vivo. Un auténtico milagro. El milagro de San Fermín.
Hoy quince días después ha salido Rafaelillo del hospital. Aún muy dolorido. Delgado, emocionado ha relatado lo sentido, vivido y padecido. Quedan meses para la recuperación total. Esta temporada se acabó. Cumplió los 40 años en el hospital y ya son 23 de alternativa. Muchas guerras, muchas batallas. Dos décadas matando lo mas duro entre lo duro. Cientos de porrazos, cornadas y miles de horas de insomnio y miedo a palo seco.
Los héroes existen. Rafaelillo ha salido del peor percance de su vida de puro milagro. Sabia lo que tenia delante mejor que nadie. Y aun así se hincó de rodillas a esperar al bicharraco que no venia precisamente a parlamentar. Pero era Pamplona y su orgullo de guerrero salió del corazón.
La dureza descarnada del toreo es así. La grandeza es eso. La realidad de la muerte cercana y en directo convierte este rito ancestral en lo mas heroico de nuestras artes escénicas. Bailar con la muerte en un ruedo. Masticar miedo. Sentir la quemazón de la cuchillada cortando la carne. Mirar los ojos de aquel miura poseídos por la sed de matar. El toreo es grande por esto también. Los pases bonitos a los toros más dóciles se cantan con palmas y poemas. Pero los gladiadores y los héroes son los que marcan la diferencia de la emoción y el peligro de esta gran fiesta taurina. Los que muchas tardes se atreven a pasar la raya entre vivir o morir.
Rafaelillo es uno de ellos. Su pecho ahora quebrado y maltrecho protege un corazón de león y un valor ancestral. Ha escrito páginas épicas frente a fieras en este tiempo de superficialidades. Exponerse de esa forma a la muerte a pecho descubierto está al alcance de muy pocos toreros.
Rafaelillo es un torero muy grande. Por su entrega, su verdad, su valor de leyenda. Por su hoja de servicios frente a los toros mas fieros y ariscos.
Admiración, respeto y honra a Rafael Rubio, Héroe y Maestro!