Recuerdo imágenes de los entierros de
Paquirri, Yiyo o Antonio Bienvenida. Toreros caidos en el ejercicio
de la tauromaquia. Caidos como héroes. Y el pueblo llano honrando su
entrega de muerte en manisfestaciones multitudinarias, sentidas, de
duelo.
Aquel entierro del Yiyo con una plaza
repleta de aficionados llorando a la joven figura con el corazón
recién partido. Una manifestación espontánea de dolor, admiración
y sentimiento. No han pasado más que 30 años de aquella muerte y
hoy dia la realidad es deprimente.
Ayer se celebraba un funeral en el
ruedo de las Ventas por el matador Iván Fandiño, fallecido hace un
mes por una cornada en Francia. En su plaza. En el ruedo donde tantas
y tantas tardes se jugó la vida sin trampas. En la plaza donde se
anunció en la mayor gesta en décadas matando seis toros de
ganaderías duras. En la plaza donde regó con su sangre el ruedo. En
la catedral del toreo donde consiguió con todo merecimiento ser
figura del toreo.
Daba pena ver a unos pocos cientos de
personas, casi todos profesionales, ganaderos, matadores y gentes del
toro. Y un puñado de aficionados. Graderios vacios. Ruedo semi
desierto. Ni su apoderado del alma apareció.
No vinieron los feriantes del gyn
tonic. Ni los del clavel. Ni los que abarrotan burladeros en la feria
y estiran el cuello para salir en las fotos. No habia prensa salvo
excepciones.
No interesa. Un torero hoy en dia es un
mindundi o un asesino para muchos. Solo cuatro creemos que son héroes
y seres especiales.
En la era de la red social y la
comunicación donde la información vuela como un rayo no acuden ni
mil personas a honrar al héroe caido. Y se sabia que se iba a hacer
un homenaje a Fandiño. Revelador y aplastante. Como ver en una
novillada nocturna de verano en Las Ventas el pasado sábado , apenas
tres mil almas.
Esa es la realidad actual del toreo.
Muchos taurinos tienen la culpa. El fraude, los estacazos a la
cartera del pagano o las tretas que se practican en contra de la
integridad del espéctaculo han echado a muchos. Los políticos que
llevan décadas dinamitando todo lo que huela a taurino o mirando
para otro lado para no significarse. Los medios de comunicación que
vomitan odio constante a la fiesta. Publicando basura amarillista
sobre la muerte de Fandiño o buscando al ganadero propietario del
toro causante de la tragedia para hacer carnaza y alimentar el morbo
mas infame. Y la corriente animalista imperante ha infectado hasta el
tuétano a esta sociedad indolente y sin norte.
El resultado es lo que vimos ayer. Si
hubiera muerto un futbolista o un famosillo de la tele nos habrían
bombardeado con difusión y la masa se hubiera movilizado.
Los toros han perdido terreno. Mucho.
Por los de dentro y los enemigos numerosos de fuera.
En aquel Agosto de 1985 las cosas eran
de otra manera. Ha pasado el tiempo y es innegable que esto se acaba.
Los toros y las misas cada vez están
peor vistas. El declive moral y social ha colonizado cada espacio
vital de esta desdichada España aniquilando muchos de los valores
que la hicieron grande.
Y entre esos grandes están los
toreros. Esos a los que ahora cuando salen a hombros tienen que
soportar collejas, zarandeos y arranacamiento de ropajes. Esos
hombres que ofrecen su vida a cambio de arte y emoción. Deberían
ser tratados como Heroes y son en realidad los villanos para muchos.
Se ha perdido grandeza, justicia y reconocimiento.
Síntomas que auguran un futuro negro o
cuando menos incierto.
Iván Fandiño está en la gloria
eterna de la Historia del Toreo. Se lo ha ganado. Eso nadie se lo
quitará aunque muchos no hayan sido capaces de tributarle un pequeño
homenaje de respeto ayer en “su plaza”. Qué poca memoria y qué
poca decencia queda ….
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