Un público cambiante cada dia. Muchos aficionados antiguos han dejado de venir y el número de abonos se ha reducido hasta los catorce mil. Los recién llegados, de aluvión. Jóvenes que acuden con botellas, neveras y latas para ponerse ciegos cada tarde. Sin nociones taurinas y sin educación.
Vienen mamaos de los bares de alrededor. Y luego cuando acaba la corrida a seguir la fiesta soplando hasta las tantas en los bares, terrazas y chiringuitos que han montado dentro del edificio. Además es el reclamo para que vengan mas ninis a soplarse aunque no hayan venido a los toros.
El resultado es que cada noche hay ruidos, voces, suciedad, meadas, comas etílicos por doquier. Y la basura que generan.
En la encerrona de Paco Ureña que iba por el despeñadero estos impresentables empezaron a tirar almohadillas al ruedo durante la faena y a berrear olés etílicos. Un esperpento. El sábado 28 hinchas del Atlético de Madrid supuestamente invitados por Gonzalo Caballero corearon a gritos gritos futboleros exhibiendo banderas colchoneras. Lo nunca visto. Convirtieron la plaza en su fondo sur. Olés de mofa a los banderilleros, desprecio total a lo que sucedía en el ruedo cuando Román muleteaba al cuarto con una cornada sangrando. Y después arrase en los bares de las calles cercanas a la plaza con robos, botellazos y agresiones varias.
Si se demuestra que Caballero ha traído esa gentuza a la plaza este torero no debería volver a pisar esta plaza nunca más. Mezclar el futbol en una tarde de toros es inaceptable. Hacerlo coincidir con el día de la final de la copa de Europa que iba a jugar el eterno rival y aprovechar para utilizar la ocasión para corear su antimadridismo es repugnante. Caballero presume de ser un indio militante. No me extrañaría que hubiera participado o fomentado este esperpento. Como torero demostró una vez mas su incapacidad y su nula evolución. Su amiguito Abellán ya le había puesto dos tardes sin merecimiento alguno.
La CAM es responsable de todos estos hechos que han terminado con la categoría que siempre tuvo esta plaza. Fomentando bares, carpas y discotecas. No dedicando ni un euro a reparar la multitud de desperfectos que existen dentro del edificio. Goteras, paredes agrietadas, ladrillos rotos. Solo barras y bares. Tienen la obligación de conservar y preservar la integridad del edificio. Son responsables. Miguel Abellán es el responsable del Centro de Asuntos Taurinos. No ha dado la cara para rectificar estos comportamientos. No hace nada para velar por la seguridad de la plaza y por corregir estos desaguisados. Debe ser destituido por negligente. Asumir un cargo conlleva obligaciones y responsabilidad. Parece mentira que haya sido torero y consienta este desprestigio apabullante.
La empresa Nautalia lo mismo. Se acaba su contrato. Hay adjudicación nueva a la vista. Están arruinados, dicen. Lo cierto es que no han cuidado los detalles para nada ni para nadie. Solo para sus intereses. Es lamentable que los taurinos sean los mas antis muchas veces.
Si a esto le añadimos los alardes de mala educación de muchos espectadores durante cada tarde tenemos un paisaje deprimente de una plaza antes sagrada y ahora vejada y profanada. Asaltada por borrachos, impresentables y zafios. Tirar almohadillas al ruedo o gritar "vivaespaña" en plena lidia es lo habitual.
La sociedad pasa por un momento crítico y aquí se nota y mucho. No hay valores, ni respeto ni educación. Y no hay orden, ni autoridad para remediar esta cochambre.
El panorama es desolador. Ya muchos han desertado y no volverán a los toros. Otros seguirán esa linea pronto. Cada vez va menos aficionado. Un aluvión de lumpen ha tomado los tendidos y los bares. El mal gusto, la falta de formación y el alcohol campean aquí y en todo el país. Esta es la España que han creado esos que defienden lo público y una educación de calidad. Vaya país que nos están dejando. Ya ni a los toros se va a poder ir.
San Isidro no es nada mas que un ejemplo de la decadencia moral y social que tenemos. Entre políticos de hacerse la foto y presumir de ser taurinos y el rebaño que campea impune a sus anchas han dejado el templo de la tauromaquia reducido a un estercolero de cuarta. Podríamos hablar también de los del palco y sus desatinos en robos y regalos de orejas. De la caída del trapío del toro de Madrid. De pitones afeitados sin disimulo. De los gastos de gestión que se embolsa la empresa con la venta por internet ( tres euros por billete). Del abandono mugriento de muchas partes de la plaza.
La profanación se ha consumado. Solo con ley y orden se daría la vuelta a esta situación. Es urgente. Si cae Madrid se cae todo lo demás. Ahora se tambalea. Hay que actuar ya!
Las Ventas y los que la aman; lloran por dentro estos sacrilegios. Aquí han pasado cosas épicas e históricas. No es un campo de futbol. Es un lugar con un siglo de historia del toreo. Profanar este santuario taurino es un pecado capital.
¡Vamos mal entonces! Mientras, en la azotea (mental) de los gobiernos, las prioridades son otras, otros y otres. ¡Qué chabacano!
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